2300 tardes y mañanas
Daniel
mayo 3, 2023
Hay varias razones que nos llevan a aplicar el principio “día-año” de la interpretación profética a las 2300 tardes y mañanas.
Pr. Alberto R. Timm, Ph. D.
Estudios históricos bien documentados demuestran que, hasta mediados del siglo XIX, la inmensa mayoría de los comentaristas bíblicos protestantes interpretaban las 2300 “tardes y mañanas” como 2300 años (véanse los comentaristas citados por LeRoy E. Froom, The Prophetic Faith of Our Fathers, pp. 204-268; o Alberto R. Timm, The Sanctuary and the Three Angelic Messages [Engenheiro Coelho, SP: Adventist University Press, 2000], pp. 21-25). Esta misma interpretación siguió aceptándose en los círculos protestantes al menos hasta finales del siglo XIX.
Hay varias razones que nos llevan a aplicar el principio “día-año” de la interpretación profética a las 2300 tardes y mañanas. Una es la relación entre las 2300 tardes y mañanas y las 70 semanas de Daniel 9:24-27. La visión sobre las 70 semanas le fue dada a Daniel como una explicación adicional a la visión de las 2300 tardes y mañanas (Daniel 8:14, 26 y 27; 9:20-27). En esa explicación, el único punto de partida mencionado, que debe ser común a ambos períodos proféticos, es la expresión “desde la salida de la orden de restaurar y edificar Jerusalén” (Daniel 9:25). Esa orden entró en vigor en 457 a. C. (Esdras 7:13). No hay manera de hacer que las 70 semanas se extiendan “hasta el Mesías Príncipe” (Daniel 7:25), entre los años 27 y 34 d. C., sin que este período sea considerado como 70 semanas de años, es decir, 490 años. Ahora bien, si aplicamos el principio de día-año a las 70 semanas, como hacen gran parte de los comentaristas, debemos también aplicarlo a las 2300 tardes y mañanas.
Otra razón es el propio contexto histórico. La visión de las 2300 tardes y mañanas fue dada “en el tercer año del reinado del rey Belsasar” (Daniel 8:1), rey de Babilonia. El cumplimiento debía ocurrir, según la propia visión, en “días aún lejanos” (Daniel 8:26, NBLA), extendiéndose “desde la salida de la orden de restaurar y edificar Jerusalén” (Daniel 9:25), es decir, desde el 457 a. C., hasta el “tiempo del fin”, el “fin de la ira” y el “tiempo señalado del fin” (Daniel 8:17 y 19). Si interpretamos las 2300 tardes y mañanas como 1150 días literales (3 años y medio) o incluso como 2300 días literales (7 años), este período no llegaría al final del dominio persa, y mucho menos al tiempo del fin.
Una tercera razón es el principio de “simbolización en miniatura”, denominado así en 1843 por George Bush, profesor de Literatura Hebrea y Oriental en la Universidad de Nueva York. Según este principio, siempre que la entidad implicada en una profecía bíblica aparece simbólicamente miniaturizada, el tiempo profético implicado ha sido igualmente miniaturizado, y debe interpretarse sobre la base del principio día-año. Por ejemplo, en Números 14, al igual que los doce espías simbolizaban 12 tribus, los 40 días representaban 40 años (versículo 34). Del mismo modo, en Daniel 8, así como el carnero y el macho cabrío simbolizan dos reinos (Medo-Persia y Grecia), las 2300 tardes y mañanas representan 2300 años.
Autor: Pr. Alberto R. Timm, Ph. D.
La publicación original de este artículo se encuentra en la página web: https://biblia.com.br/perguntas-biblicas/2-300-tardes-e-manhas/
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