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Jesús, el resplandor de la gloria de Dios

Jesús

septiembre 11, 2023

Podríamos decir que por naturaleza, Jesús es la luz de la luz. En su presencia, estamos en la presencia de Dios. Solo aquel que participa por naturaleza de la gloria de Dios puede revelar la brillantez de esa gloria.

Ángel Manuel Rodríguez

Es un tanto difícil explicar la frase que usted cita sin tomar en cuenta el contexto. Hebreos 1:1-3 funciona como una introducción a la Epístola, y ofrece una poderosa descripción sobre la función y la naturaleza de Cristo. Él es la revelación más plena de Dios, designado por él como heredero de todo lo creado (vers. 1, 2). Dos declaraciones se refieren a la naturaleza del Hijo («el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es»*), y las siguientes dos a su función («sostiene todas las cosas», «después de llevar a cabo la purificación»). Es el exaltado, y se sienta como rey a la diestra del Padre (vers. 3). Me ocuparé de tres de las cuatro declaraciones.

1. El resplandor de la gloria de Dios: La palabra griega para resplandor (apáugasma) no aparece en ningún otro lugar del Nuevo Testamento. Sobre la base de su uso en la literatura griega, podría tener dos significados básicos: «resplandor/refulgencia» o «reflexión». Es obvio que la traducción que uno escoja determina el significado de la frase. Si la traducimos como «resplandor», la frase se refiere a la naturaleza del Hijo. «Reflexión» enfatiza su función como medio de revelación. En nuestro contexto, difícilmente pueden separarse ambas ideas. El Hijo, mediante el cual nos ha hablado el Padre, es la revelación final, porque el que reveló la gloria de Dios es por naturaleza la refulgencia misma de esa gloria.

La gloria de Dios es la luz de su misteriosa naturaleza hecha manifiesta a los seres humanos (por ej. Éxo. 24:16). Jesús es el resplandor de la gloria de Dios, y ese resplandor es inseparable de Dios. En otras palabras, no podemos tener gloria sin resplandor, aunque pueden distinguirse entre sí.

Podemos ilustrar este punto si miramos al sol. No podemos separar la luz del mismo sol, porque la naturaleza del sol es dar luz. Podríamos decir que por naturaleza, Jesús es la luz de la luz. En su presencia, estamos en la presencia de Dios. Solo aquel que participa por naturaleza de la gloria de Dios puede revelar la brillantez de esa gloria. Él ha llegado a nosotros a partir del misterio de su unión indisoluble con el Padre.

2. «La fiel imagen [griego: jaraktér] de lo que él es [hupóstasis]»: Esta frase es paralela a la anterior y nos ayuda a entenderla. En el Nuevo Testamento, la palabra griega járakter solo se usa en esta instancia. El término era empleado en la literatura griega para referirse a las características distintivas de una persona u objeto. Llegó a designar lo que está grabado en un objeto (por ej., en un sello) y a la marca del objeto en la cera. Aquí se usa junto con la conjugación de «ser» (hupóstasis: «sustancia, naturaleza»), y se refiere a las características particulares de la realidad o el mismo ser de Dios. Jesús posee por naturaleza las marcas distintivas de Dios porque solo Dios puede tenerlas. Estas definen quién es y, en consecuencia, pueden revelarnos a Dios. Jesús y el Padre participan de la misma naturaleza distintiva. En este caso, la naturaleza y la función son inseparables.

3. «Sostiene [férein, «cargar, soportar»] todas las cosas»: Las declaraciones previas se referían primordialmente al Hijo en relación con Dios, pero esta se refiere a la relación del Hijo con el cosmos (todo lo creado). El verbo griego podría expresar varias ideas, como sustentar, guiar, establecer. La idea de que Dios creó todas las cosas por medio del Hijo aparece en el versículo 2, identificando así al Hijo como Creador. En este caso, el tema no es la creación, porque el verbo está en tiempo presente, aunque la creación es un evento del pasado. La idea de cargar el universo en el sentido de liderarlo y sostenerlo parece ser la más apropiada. El Hijo no solo creó sino que sustenta su creación, y la guía hacia el objetivo original que tuvo para ella. Hace esto por medio de «su palabra poderosa» (vers. 3). El poder que trajo a la existencia al universo es el mismo que sigue sosteniéndolo.

* Las citas bíblicas usadas en este artículo pertenecen a La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI®Copyright © 1999 de Biblica, Inc.® Usada con autorización. Todos los derechos reservados.

Autor: Ángel Manuel Rodríguez, Th. D., fue director del Biblical Research Institute (Silver Spring, Maryland, Estados Unidos).

 

La publicación original de este artículo se encuentra en la página web: 

https://www.adventistbiblicalresearch.org/es/materials/reflejemos-su-gloria/

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