¿Debe un cristiano celebrar Halloween o el Día de las Brujas?
Festividad
octubre 31, 2024
Aunque la palabra Halloween significa «noche santa o sagrada», la historia demuestra que nada hay más lejos de la realidad que esta fiesta. Halloween es claramente una reliquia de los tiempos paganos, y nunca ha reflejado ninguna verdad o virtud cristiana.
Debra J. Hicks
La mayoría de las personas considera que Halloween es una fiesta inofensiva para sus hijos, que les permite pasar una noche de «fantasía y diversión».
Pero ¿es válida esta fiesta para los cristianos? ¿«No es gran cosa» disfrazarse de fantasmas, demonios y brujas? ¿O hacerlo sería glorificar y darle poder a Satanás?
Si realmente hemos entregado nuestros corazones y nuestras vidas a Cristo, debemos distinguirnos del mundo como personas que buscan reflejar la bondad y el amor de Dios. En Filipenses 4:8 el apóstol Pablo aconseja a los cristianos llenar continuamente sus mentes con lo que es bueno. Una mirada cuidadosa y honesta a Halloween revela que esta fiesta tiene poco o nada de bueno. Al contrario, es un día que apunta al satanismo, al miedo y a la glotonería.
“No se unan en yugo desigual con los no creyentes. Porque ¿qué compañerismo tiene la rectitud con el desorden? ¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas? ¿Qué armonía hay entre Cristo y Belial [Satanás]? ¿Qué parte tiene el creyente con el no creyente?” (2 Corintios 6:14-15)
Aunque la palabra Halloween significa «noche santa o sagrada», la historia demuestra que nada hay más lejos de la realidad que esta fiesta. Halloween es claramente una reliquia de los tiempos paganos, y nunca ha reflejado ninguna verdad o virtud cristiana.
Las costumbres asociadas a Halloween están comúnmente relacionadas a un festival que celebraban los sacerdotes druidas de las tribus celtas que ocupaban el norte y el oeste de Europa. Esta fiesta, que se remonta a muchos siglos antes de Cristo, comenzaba el 31 de octubre de cada año y se llamaba la fiesta de Samhain, el señor de la muerte.
Como parte de su adoración a Samhain, los sacerdotes druidas construían enormes hogueras en las que se sacrificaban tanto humanos como animales. Esta práctica bárbara continuó abiertamente durante cientos de años, hasta que Roma conquistó Bretaña y la prohibió.
Pasaron los años y Roma siguió conquistando nuevos territorios y aumentando su poder. Los pueblos de cada nación conquistada no solo estaban obligados a convertirse en ciudadanos de Roma, sino también a hacerse miembros de la Iglesia romana. Como se puede imaginar, a estos nuevos «conversos» poco les importaba el cristianismo, por lo que seguían aferrándose tenazmente a sus amadas prácticas paganas.
Así que, como la Iglesia romana era incapaz de conseguir que las personas abandonaran sus fiestas paganas, decidió «santificar» algunas de ellas. La celebración druida en honor del señor de la muerte se convirtió en el Día de Todos los Santos y fue observada por todas las iglesias. Se proclamó oficialmente como día para honrar a todos los santos fallecidos, conocidos o desconocidos. Sin embargo, en la práctica, siguió siendo lo que realmente era, una fiesta pagana del «día de los muertos».
A lo largo de su historia, Halloween se ha recordado como una época en la que prevalecen las fuerzas sobrenaturales del mal. Anton Lavey, autor de la “Biblia Satánica” y sumo sacerdote de la Iglesia de Satán, afirmó que los satanistas y ocultistas consideran Halloween como el día más importante del año. Dijo que en esa noche, la magia y el poder alcanzan su máximo nivel de potencia, y que cualquier brujo u ocultista que haya tenido dificultades con un hechizo o maldición suele conseguir el éxito el 31 de octubre, porque Satán y sus poderes están en su punto álgido esa noche.
Los adivinos también creen que alcanzan los mayores poderes en Halloween, ya que la gente está ansiosa por saber qué les puede ocurrir el año que viene. Incluso hoy en día, las predicciones de videntes y astrólogos se dan a conocer justo después de Halloween.
Claramente, los ritos y símbolos de esta fiesta revelan que se trata de un día que glorifica a Satanás. Mira a tu alrededor […], probablemente puedas ver […] que el Día de las Brujas se acerca. En los escaparates de todas partes aparecen imágenes de fantasmas, demonios, gnomos, esqueletos, calabazas y máscaras diabólicas. Las películas de terror se promocionan en la televisión y en los cines, y las librerías ponen más énfasis en los libros que tratan sobre la muerte y el ocultismo.
Como cristianos, no debemos asociarnos con las cosas de Satanás. Cristo nos dice que:
«Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y menospreciará al otro […]» (Mateo 6:24).
“Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7).
Desde sus inicios, Halloween ha jugado con el miedo que sienten las personas. Los celtas creían que en la noche del 31 de octubre, los demonios, las brujas y los espíritus de todos los que habían muerto vagaban libremente. La mayoría de la gente tenía miedo de salir de casa esa noche. Los que tenían que salir llevaban máscaras grotescas y disfraces terroríficos. Creían que si su aspecto era lo suficientemente horrible, los espíritus pensarían que eran uno de ellos y no les harían ningún daño.
Como vemos, el miedo forma parte de las grandes celebraciones modernas de Halloween. Las decoraciones oscuras, las películas de terror y las casas encantadas tienen un efecto muy real en los niños pequeños. ¿Es de extrañar que muchos jóvenes tengan pesadillas o tengan miedo de estar solos en la oscuridad? Satanás se deleita llenando las mentes de la gente con pensamientos de miedo, muerte y destrucción. Es una táctica que ha utilizado durante siglos para mantener a la humanidad bajo su control. En cambio, Dios quiere dar paz a sus hijos. No quiere que nuestros miedos nos paralicen. Cristo murió para liberarnos del temor a la muerte.
“Ya que los hijos de Dios son de carne y hueso, Jesús también compartió esa misma naturaleza de carne y hueso, para así anular, por medio de su muerte, al que tiene el dominio de la muerte, al diablo, y poder librar a los que vivían siempre en esclavitud por temor a la muerte” (Hebreos 2:14-15).
“Por tanto, ya sea que coman o beban, o que hagan otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios”(1 Corintios 10:31).
Varios días antes de que comenzara el festival, los sacerdotes druidas iban de casa en casa exigiendo comida u otros objetos que pudieran utilizar en su culto a Samhain, el señor de la muerte. Si un aldeano se negaba a darles lo que querían, el sacerdote lanzaba una maldición demoníaca sobre la casa. No era una amenaza sin sentido. Normalmente alguien de la casa moría en el transcurso del año. De esta abominable práctica surgió nuestro actual «truco o trato».
Si bien es cierto que el “truco o trato” ya no tiene que ver esencialmente con maldiciones, sí tiene que ver con la glotonería. Los niños van de casa en casa, a la tienda de comestibles llenando bolsas con dulces y luego vuelven a casa con su gran tesoro consumiendo una abundancia de estas golosinas.
Incluso este elemento de Halloween, que puede parecer inofensivo en comparación con los demás, no glorifica en nada a Dios. La Biblia dice que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo. No debemos contaminar el templo con comidas que embotan nuestra percepción de Dios y nos alejan de él.
“No participen de las acciones malas de los que viven en oscuridad, las cuales no traen ningún provecho. Más bien, háganles ver sus pecados” (Efesios 5:11, NBV).
Satanás está sin duda encantado de ver a una gran parte de la «nación cristiana» celebrando una fiesta en su honor como si se tratara de una diversión inofensiva. ¿No será que, por nuestra negligencia, estamos contribuyendo al extraordinario poder que Satanás parece tener el 31 de octubre?
Por muy emocionante o divertida que pueda parecer, ninguna fiesta de Halloween es apropiada para que participen los cristianos. Si realmente buscamos glorificar a Dios, ¿cómo podemos dedicar un día del año a adorar a Satanás? ¡No podemos!
La Biblia dice:
“Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncien los hechos maravillosos de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9, RVC).
Este texto es una traducción del artículo Should Christians Celebrate Hallowwen? de Debra J. Hicks, publicado en el sitio web Amazing Facts.
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