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Nadie subió al cielo

Jesús

junio 5, 2023

La Biblia condena toda y cualquier forma de necromancia, es decir, la comunicación con los muertos (véase Levítico 19:31; 20:6, 27; Deuteronomio 18:9-12; Isaías 8:19, 20), y Saúl fue condenado por el Señor, entre otras cosas, “consultó y pidió consejo a una adivina” (1 Crónicas 10:13, NBLA).

Pr. Alberto R. Timm, Ph. D.

Si Enoc, Moisés y Elías ya están en el cielo, ¿cómo se explica la afirmación de Cristo de que “nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo… el Hijo del Hombre” (Juan 3:13)?

Cuando Jesús declaró en su diálogo con Nicodemo que “nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo… el Hijo del Hombre” (Juan 3:13), al menos Enoc, Moisés y Elías ya estaban en el cielo. De Enoc se dice que anduvo “con Dios y desapareció, porque Dios lo llevó consigo” (Génesis 5:24) y que, “por la fe Enoc fue trasladado para no ver la muerte y no fue hallado, porque Dios lo había trasladado” (Hebreos 11:5). Sobre Moisés se nos dice que el arcángel Miguel “contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés” (Judas 9). En cuanto a Elías, el texto sagrado habla de un momento “el Señor iba a llevarse a Elías al cielo en un torbellino” (2 Reyes 2:1,NBLA), y que, efectivamente, “Elías subió al cielo en un torbellino” (v. 11). En el acontecimiento de la transfiguración de Jesús (véanse Mateo 17:1-8; Marcos 9:2-8; Lucas 9:28-36), Moisés y Elías “aparecieron rodeados de gloria” para consolarle sobre su muerte (Lucas 9:30, 31).

Los espiritistas suelen utilizar esta reaparición de Moisés y Elías para apoyar la teoría no bíblica de la reencarnación, es decir, que una persona puede morir varias veces y reencarnar su espíritu en una sucesión de nuevos cuerpos. Pero el texto bíblico es claro al afirmar que “está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio” (Hebreos 9:27, NVI). Además, la supuesta reaparición del profeta Samuel para el malvado rey Saúl, relatada en 1 Samuel 28, no es más que una experiencia mediúmnica de origen satánico. La Biblia condena toda y cualquier forma de necromancia, es decir, la comunicación con los muertos (véase Levítico 19:31; 20:6, 27; Deuteronomio 18:9-12; Isaías 8:19, 20), y Saúl fue condenado por el Señor, entre otras cosas, “consultó y pidió consejo a una adivina” (1 Crónicas 10:13, NBLA). Por lo tanto, las reapariciones de Moisés y Elías no pueden considerarse reencarnaciones espiritistas, sino manifestaciones reales, posibles solo porque Moisés había resucitado de entre los muertos y Elías había sido trasladado al Cielo sin probar la muerte.

Pero la pregunta sigue siendo: si Enoc, Moisés y Elías fueron llevados al cielo, ¿cómo se explica la afirmación de que “nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo… el Hijo del Hombre” (Juan 3:13)? Una posibilidad para entender el significado del texto sería restringir su alcance temporalmente, asumiendo que Jesús se refería solo a sus contemporáneos. En otras palabras, Jesús estaría diciendo que nadie vivo en su época había ascendido al cielo. Por lo tanto, la única persona de esa época que había estado en el cielo era el propio Cristo, lo que lo colocaba en una posición única como revelador pleno de los propósitos divinos.

Otra posibilidad, quizá más coherente que la anterior, sería reconocer la existencia de una distinción de estatus entre los tres seres humanos llevados al cielo (Enoc, Moisés y Elías) y Cristo, que, además de haber venido del cielo, formaba parte de los consejos de la Divinidad. Elena G. White parece respaldar esta posición cuando se refiere al texto en cuestión (Juan 3:13) con las siguientes palabras: “Jesucristo era el Testigo Verdadero. Declara que vino del Padre” con el propósito de “revelar al Padre” (The Ellen G. White 1888 Materials, p. 885). “Habiendo estado en los consejos de Dios y morado en los collados eternos del santuario, todos los elementos de la verdad estaban en él y eran suyos, porque era uno con Dios” (La educación cristiana, p. 51). En este sentido, la expresión “ningún hombre subió al cielo” debe entenderse, no simplemente como ser llevado al cielo (como Enoc, Moisés y Elías), sino como participar en los “consejos de Dios” en el cielo (como solo Cristo lo ha hecho). Sin duda, el énfasis del Evangelio de Juan es que “la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios” (Juan 1:1, TLA).

Autor: Pr. Alberto R. Timm, Ph. D.

La publicación original de este artículo se encuentra en la página web: https://biblia.com.br/perguntas-biblicas/ninguem-subiu-ao-ceu/

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