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El pecado involuntario

Pecado

septiembre 11, 2023

 La falta de control, de intencionalidad o aun la ignorancia no excusa el pecado, pero siempre tenemos el perdón a nuestro alcance.

Ángel Manuel Rodríguez

En el Antiguo Testamento, los principales términos bíblicos para el pecado involuntario son el sustantivo shagagá («error, yerro») y el verbo shagag/shagá («errar, desviarse, equivocarse»). Hasta cierto punto, el significado de estos términos es cuestión de debate. Examinemos el uso del sustantivo y el verbo. Entonces haré algunos comentarios sobre la frase «pecado con soberbia». Esto puede ayudarnos a clarificar lo que es el pecado involuntario.

1. El sustantivo shagagá. Este sustantivo es traducido de diversas maneras: «por yerro» (VRV)[1], «involuntariamente» (NRV95),[2] «inadvertidamente» (NVI),[3] «sin darse cuenta» (TLA),[4] «sin proponérselo» (RVC).[5] La tendencia es entenderlo como la expresión de la idea de ignorancia o falta de intención. Esta perspectiva está apoyada por algunas de las expresiones paralelas usadas en conjunción con la palabra. En algunos casos, se nos dice que no es a sabiendas (Lev. 5:17) o a propósito (Jos. 20:3), o se comete sin saberlo (Lev. 5:2), o se llega a saberlo después (vers. 3).

No obstante, el sustantivo shagagá también es usado en el contexto del pecado consciente cuando, por ejemplo, la persona es consciente del hecho que ha pecado (por ej. en Lev. 4:22, 23). En ese caso, puede haber existido intencionalidad, aunque no en todos los casos (Núm. 35:11; Deut. 19:4, 5). Esto sugiere que el sustantivo designa un pecado involuntario o el cometido en ignorancia de la ley, es decir, un pecado inconsciente. Esto no excluye necesariamente la noción y la intencionalidad del pecado.

2. El verbo shagag/Shagá. Este verbo se refiere al pecado inconsciente (Job 6:24; 19:4; Eze. 45:20), aunque más a menudo designa el pecado como un error que podía ser evitado pero no lo fue. Isaías lo usa en paralelo con el verbo «tambalear», para describir el andar de un ebrio (Isa. 28:7, NVI). Es una conducta involuntaria porque, como resultado del alcohol, la persona es incapaz de caminar derecha. En otro caso, la ausencia de pastores o líderes hace que las ovejas anden errantes y dispersas (Eze. 34:5), porque carecen de orientación. Proverbios declara que la falta de disciplina hace que la persona se descarríe o divague (Prov. 5:23; 19:27). Esto también sucede cuando somos indiferentes a Dios (Sal. 119:67; vers. 21). Estos textos parecen describir una condición humana común que solo puede ser mejorada me es involuntaria: por nuestra cuenta, simplemente nos desviamos, erramos y hacemos lo malo. Este tipo de pecado no solo es un pecado de ignorancia. Después de darse cuenta de que David le perdonó la vida, Saúl trató de hacer las paces con él al confesar: «He pecado […], ya no te haré ningún mal […]. He cometido un gran error [shagá]» (1 Sam. 26:21). Dijo que su intención de matar a David era un error, aunque procuró quitarle la vida intencionalmente. Era su falta de control lo que llevó a Saúl a atacar a David.

3. Pecado con soberbia. El pecado «involuntario» es contrastado con el pecado con soberbia (Núm. 15:30, 31), que representa una actitud desafiante y rebelde contra Dios, que se manifiesta en un desprecio total por él y su voluntad. Este tipo de pecado no tiene expiación, y la persona queda desconectada permanentemente del pueblo de Dios. Puede haber sido intencional o no, pero el énfasis primordial del verbo es el hecho de que la persona pecó y por lo tanto necesita expiación.

El pecado «involuntario» parece designar los pecados cometidos como resultado de una naturaleza humana débil e incapaz de controlarse. La persona no quebrantó su relación con el Señor, porque el pecado resultó de la fragilidad humana. En esa condición, pecaron por ignorancia, sin quererlo, sin ser conscientes de lo que hacían. Quizá podemos llamarlos pecados involuntarios. La falta de control, de intencionalidad o aun la ignorancia no excusa el pecado, pero siempre tenemos el perdón a nuestro alcance (1 Juan 2:1, 2). El Señor puede darnos la victoria sobre nuestra naturaleza caída: «Yo te busco con todo el corazón; no dejes que me desvíe [shagá] de tus mandamientos» (Sal. 119:10, NVI).

1 El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Usada con autorización.

2 Los textos que figuran como «NRV95» pertenecen a la Reina-Valera, versión 1995® © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Usada con autorización.

3 La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 de Biblica, Inc.® Usada con autorización. Todos los derechos reservados.

4 Los textos que figuran como «TLA» pertenecen a la Traducción en lenguaje actual Copyright © Sociedades Bíblicas Unidas, 2000. Usada con autorización.

5 Reina Valera Contemporánea ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2009, 2011.

Autor: Ángel Manuel Rodríguez, Th. D., fue director del Biblical Research Institute (Silver Spring, Maryland, Estados Unidos).

La publicación original de este artículo se encuentra en la página web:https://www.adventistbiblicalresearch.org/es/materials/levitico-42/

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