¡Enriquécete!
Ofrendas
octubre 29, 2025
En la Biblia, varios textos hablan de la riqueza incalculable de Dios para sus hijos.
Herbert Boger
¡Ser rico y vivir en paz con Dios! ¿Qué más se puede pedir? Estos conceptos parecen antagónicos, pero son bíblicos. Un ejemplo clásico es el del “hombre más rico de Oriente” (Job 1:3). Job permaneció espiritualmente rico y en paz con Dios, incluso cuando lo perdió todo y a todos. Al final de su historia, no recibió el doble de hijos porque la familia tiene un valor insustituible. Pero sí recibió el doble de lo que había perdido. La Biblia no enseña que tener mucho dinero sea malo. Pablo declaró: “Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual algunos, por codiciarlo, se extraviaron de la fe y acabaron por experimentar muchos dolores” (1 Timoteo 6:10, RVC). Sin embargo, los que se pierden son los que aman el dinero más que a Dios y a las personas. El apóstol calificó a la “avaricia” de “idolatría” (Colosenses 3:5).
En Lucas 12:15-21, Jesús presentó los aspectos negativos de la vida de un hombre “avaro” y mezquinamente apegado al dinero, obsesionado por adquirir y acumular, alguien que no es generoso. “Miren, guárdense de toda codicia, porque la vida de uno no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15), recomendó Cristo. Jesús llamó a este hombre de “loco” por acumular riquezas y no conocer su futuro. Sin embargo, esto no solo se aplica a los que tienen mucho dinero, ya que incluso los que tienen poco pueden perder su fe por la avaricia.
Valor incalculable
Algunas cosas valen tanto que el dinero no puede comprarlas. Y solo nos damos cuenta de su valor cuando nos faltan: la esposa, los hijos, la familia, los amigos, la salvación, la paz con Dios, la alegría, el perdón, el amor, la salud, la esperanza, la confianza, la libertad y el sábado. En el hebreo bíblico no existe una equivalencia para la palabra “cosa”. El término davar, que pasó a designar “cosa”, significa ‘discurso’, ‘palabra’, ‘mensaje’, ‘informe’, ‘noticia’, ‘consejo’, ‘petición’, ‘promesa’, ‘decisión’, ‘sentencia’, ‘tema’, ‘historia’, ‘dicho’, ‘declaración’, ‘actividad’, ‘ocupación’, ‘buenos actos’, ‘acontecimientos’, ‘modo’, ‘manera’, ‘razón’, ‘causa’, pero nunca “cosa”. ¿Podría ser esto una señal de pobreza lingüística o “un indicio de una visión del mundo distorsionada que no equipara la realidad (derivada de la palabra latina res, ‘cosa’) con la cosa?” (Abraham Joshua Heschel, The Schabbat, p. 17).
En la Biblia, varios textos hablan de la incalculable riqueza de Dios para sus hijos. Isaías 55:7 dice que el Señor es “rico en perdón” (BLPH); Romanos 10:12 informa que es “rico para con todos los que le invocan” y para salvar; Efesios 2:4-10 subraya que es “rico en misericordia”; y Proverbios 10:22 afirma que “la bendición del Señor es la que enriquece”. A pesar de la crítica de Jesús al hombre avaro, vemos que la escena se repite en Apocalipsis 3 del cristiano que se siente rico, acaudalado y no le falta nada, pero no se da cuenta de que es “miserable, pobre, ciego y desnudo”. En la parábola de Lucas 12, el mismo tipo de individuo es llamado de “necio”. La parte positiva en Apocalipsis 3, como en la parábola, es que podemos ser ricos para con Dios: “Te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego para que te hagas rico” (Apocalipsis 3:18).
Una autora cristiana explica: “El oro afinado en el fuego es la fe que obra por el amor. Solo esto puede ponernos en armonía con Dios. Podemos ser activos, podemos hacer mucha obra; pero sin amor, un amor tal como el que moraba en el corazón de Cristo, nunca podremos ser contados en la familia del cielo” (Palabras de vida del gran Maestro, p. 123). La autora añade: “El oro probado en el fuego que se recomienda aquí, es la fe y el amor. Enriquece el corazón, porque se lo ha refinado hasta su máxima pureza, y cuanto más se lo prueba, tanto más resplandece” (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 479). Todo el que tiene fe y amor es rico y vive en paz con Dios, y tiene su tesoro guardado en el cielo (Mt. 6:19-23). Es incalculablemente valioso tener el nombre de uno en el libro de la vida eterna, así como el de su familia y amigos. Es la mayor alegría de Dios. Quien es rico para con Dios tiene paz porque es fiel en todo y porque lo pone en primer lugar al principio y a lo largo de cada día.
Recibir para dar
En el cielo, también hay una riqueza espiritual depositada en el arca de oro del pacto, que contiene cosas que simbolizan la relación con Dios (Hebreos 9:4):
(1) Las tablas del pacto, los diez mandamientos (principios del amor de Dios).
(2) La vara (de Aarón) que floreció (confirmación del liderazgo elegido por Dios).
Algunos no confían en el liderazgo de la iglesia porque no es perfecta. Pero la iglesia es de Dios, y él sabe lo que hace con ella. Un caso que dilucida la actitud correcta del cristiano ante el liderazgo es el de la ofrenda de la viuda pobre, la única ofrenda que Jesús alabó en la Biblia. No lo hizo por la cantidad de dinero, porque antes de ella otros ofrendaron llamativamente. En Lucas 21:1-4, Jesús elogió la ofrenda de la viuda pobre porque dio su corazón y todo lo que tenía. Los dirigentes que administraban ese dinero en ese momento tenían el plan más cruel de la historia: matar a Jesús. Sin embargo, Cristo elogió la ofrenda porque se la dio de todo corazón y fue dedicada como adoración a Dios.
(3) La urna de oro con el maná (prueba de que el sustento viene de Dios).
Nuestro reconocimiento del sustento enriquecedor de Dios está simbolizado por nuestros diezmos (Levítico 27:30-33) y ofrendas (Levítico 22:18-22) como respuesta de fidelidad y gratitud a él. Abrahán devolvió los diezmos de “todo” (Génesis 14:20), y lo mismo hizo Jacob (Génesis 28:22). El diezmo le pertenece a Dios. Es sagrado para el Señor (Levítico 27:30-33). Era Dios quien daba los diezmos a los levitas por el servicio que realizaban. Los levitas también diezmaban. Los diezmos son una ofrenda a Dios (Números 18:21-28). El diezmo fue establecido por Dios, y le devolvemos el 10 % de lo que nos ha dado primero. Por su parte, la ofrenda debe ser proporcional y sistemática.
En la Biblia no encontramos un porcentaje predefinido, porque, si “esa única ofrenda” (Hebreos 10:14, NTV) representa al “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29), es imposible medir su valor. Por eso, Dios pide todo nuestro corazón como ofrenda de gratitud a Jesús. Por esta razón ofrendamos. Y es el Espíritu Santo quien nos mueve a hacerlo. Para terminar, vale la pena reflexionar en un pensamiento de Pablo: “Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual algunos, por codiciarlo, se extraviaron de la fe y acabaron por experimentar muchos dolores”, reflexionó el apóstol y aconsejó: “Pero tú, hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre. Presenta la buena batalla de la fe, aférrate a la vida eterna, a la cual también fuiste llamado cuando hiciste la buena profesión delante de muchos testigos” (1 Timoteo 6:10-12, RVC).
Para Dios rico es el que, además de tener mucho amor y mucha fe, no renuncia a la riqueza espiritual a cambio de los bienes de este mundo.
Los misioneros que están en la Ventana 10/40 son ejemplos de fe y amor. Como el caso de quienes, llegando desde Siria, ayudaron a los refugiados en Turquía con comida y con una lona para la tienda que se había incendiado en el campo de refugiados.
Autor: Herbert Boger es pastor y magíster en Liderazgo.
La publicación original de este artículo se encuentra en la página web: https://biblia.com.br/perguntas-biblicas/enriqueca/
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