Acceder

Registro Recuperar contraseña

¿Estaba la fuerza de Sansón en su cabello?

Carácter

noviembre 7, 2025

La verdadera grandeza del hombre se mide por la fuerza de los sentimientos que domina, y no por los sentimientos que lo dominan.

Denis Versiani

“Quien se junta con sabios, sabio se vuelve; quien se junta con necios, acaba mal” (Proverbios 13:20, RVC).

El período de los jueces fue una época de casi cuatrocientos años de tensión para el pueblo de Israel. Durante ese tiempo, el pueblo vivió en altibajos espirituales. Cuando se alcanzaba un período de paz, los israelitas se mezclaban con los pueblos paganos de Canaán y caían en apostasía. De la apostasía vino la servidumbre a esos pueblos que fueron sus saqueadores y opresores. Cuando el pueblo se arrepentía y clamaba por liberación, Dios suscitaba un juez que comandaba en la batalla para liberarlos, y que además los guiaba en los caminos del Señor. Esto sucedía hasta que el juez moría. Es interesante, pero la historia de los jueces se parece a la historia de muchos de nosotros que experimentamos estos altibajos en nuestras vidas.

Sansón fue uno de esos líderes. Cuando Israel volvió a hacer el mal delante del Señor, y cayó en manos de los filisteos durante cuarenta años, Dios se les apareció a Manoa y a su mujer en Zora, en la tribu de Dan, y les prometió que tendrían un hijo. Este hijo sería uno de los libertaría a Israel de la mano de los filisteos. No obstante, debían cumplir ciertas condiciones.

“Ahora, guárdate de beber vino o licor. Tampoco comas nada inmundo, porque he aquí que concebirás y darás a luz un hijo sobre cuya cabeza no pasará navaja, porque el niño será nazareo de Dios desde el vientre de su madre. Él comenzará a librar a Israel de mano de los filisteos” (Jueces 13:4, 5). Su nombre sería Sansón, cuyo original hebreo puede significar ‘pequeño sol’ o ‘alegría’.

Sansón era un nazareno. Ser “nazareno” significa estar ‘apartado’ o ‘consagrado’. El voto del nazareato significa dedicarse al servicio exclusivo del Señor durante un tiempo determinado. El privilegio estaba abierto tanto a hombres como a mujeres. Durante este voto, además de seguir la ley de Moisés, el nazareno no podía beber vino ni ninguna bebida fuerte. No podía tocar los cadáveres, ni siquiera si moría algún familiar cercano. Como signo visible de su voto, no debía pasar navaja sobre el cabello de su cabeza. Estas estipulaciones debían cumplirse durante todo el período del voto del nazareato (Números 6:1-8).

Sansón, sin embargo, iba a ser nazareo durante toda su vida. Tanto es así que la mujer de Manoa no debía beber vino ni ninguna bebida fuerte durante su embarazo. Desde su nacimiento, la vida de Sansón estuvo consagrada al Señor. “El niño creció, y el Señor lo bendijo. El Espíritu del SEÑOR comenzó a manifestarse en él en el campamento de Dan, entre Zora y Estaol” (Jueces 13:24, 25). Dios lo bendijo con fuerza física, coraje y valentía, de modo que no hubo hombre tan fuerte como él en la tierra.

Sansón se convirtió en un héroe nacional en poco tiempo y realizaba hazañas increíbles. Mató a un león con sus propias manos partiéndolo por la mitad (Jueces 14:5, 6); mató a treinta ascalonitas para quitarles sus ropas de fiesta y entregarles a lo que habían descifrado su enigma en su matrimonio (14:19); prendió fuego a las cosechas de los filisteos atando antorchas a trescientas zorras por la cola, tras enterarse de que su esposa filistea había sido entregado a otro hombre (15: 4, 5); hirió a los filisteos que mataron a la familia de su esposa (15:8); mató a mil soldados filisteos utilizando una quijada de asno como espada (15:14-17), y tomó las puertas de Gaza y las cargó sobre sus hombros (16:3).

Sansón juzgó a Israel durante veinte años. Pero mientras su cuerpo tenía una gran fuerza, su carácter era débil. Durante su vida, Sansón violó los mandamientos de pureza que Dios había establecido para los nazareos. La primera transgresión fue tocar un cadáver. De regreso a su casa desde Gaza, Sansón vio que había una colmena de abejas en el león que había matado. Se acercó al esqueleto, “tomó el panal en las manos y, mientras caminaba, se lo iba comiendo. Cuando llegó a casa de su padre y su madre, les dio miel y comieron; pero no les dijo que la había encontrado en el esqueleto del león” (Jueces 14:9). Sansón, en una actitud solapada, rompió el primer mandamiento del nazareato.

Dios ordenó a los hijos de Israel que no se casaran con los descendientes de las naciones paganas que los rodeaban, a fin de que no se desviaran de él (Deuteronomio 7:3-4). Sansón violó las normas matrimoniales y se casó con una filistea (Jueces 14:1, 2, 10-17). Durante los festejos de la boda, Sansón bebió bebidas fuertes. La palabra original en hebreo para fiesta en Jueces 14:10 significa literalmente ‘bebida’ u ‘ocasión para beber’. Esta era una costumbre de los filisteos, y, como anfitrión, Sansón bebió junto a sus enemigos, violando el segundo voto del nazareato.

Entre sus transgresiones, el libro de los Jueces también relata que Sansón se prostituyó con una mujer filistea, hija de los enemigos de su pueblo, en Gaza (Jueces 16:1). Sansón estaba jugando con el enemigo al desobedecer a Dios y no aferrarse a él como fuente de sus bendiciones.

El último acto fue cuando se involucró con Dalila (16:4), la causa final de su caída. Sobornada por los filisteos, Dalila se aprovechó del afecto que Sansón sentía por ella y consiguió arrancarle el secreto de su fuerza. «finalmente Sansón le reveló su secreto: “Nunca se me ha cortado el cabello—le confesó—, porque fui consagrado a Dios como nazareo desde mi nacimiento. Si me raparan la cabeza, perdería la fuerza, y me volvería tan débil como cualquier otro hombre”» (Jueces 16:7, NTV). Así, Sansón entregó en manos del enemigo el secreto de su fuerza.

Sin embargo, la fuerza de Sansón no estaba en su cabello. Cuando Sansón reveló el secreto del nazareato a Dalila, Dios lo abandonó. Sansón desperdició su última oportunidad de realizar un ministerio digno de su llamado. Por lo tanto, Dios retiró su bendición de Sansón, quien se convirtió en un hombre común en el momento en que le cortaron el cabello.

Con los ojos arrancados, el hombre derrotado fue llevado a la cárcel y condenado a realizar trabajos forzados. Hasta ese momento, Sansón había burlado a los filisteos. Más tarde, lo convirtieron en un burro de carga (Jueces 16:21, 22). Triste ironía para quien fue el hombre más fuerte de la historia.

En el festival a Dagón, los filisteos tomaron a Sansón, el gran trofeo de la conquista de su dios. Aunque su cabello había crecido, no era tan largo como antes. Pero mientras se agarró de los pilares del templo, Sansón imploró a Dios para que se acordara de él una vez más. Por fe, Sansón se aferró a la gracia de Dios y le pidió fuerzas para vencer a los filisteos por última vez. “Y gritó:¡Muera yo con los filisteos! Sacudió las columnas con todas sus fuerzas y el edificio se derrumbó sobre los jefes de los filisteos y sobre toda la gente allí reunida. Y los que mató al morir fueron más que los que había matado en vida” (Jueces 16:30, BLP).

Físicamente hablando, Sansón fue el hombre más fuerte de la tierra; pero en cuanto a autocontrol, integridad y firmeza de carácter, fue uno de los más débiles. Muchos justifican sus pasiones como rasgos de carácter que no se pueden cambiar. Pero la verdad es que quien está dominado por sus pasiones es un hombre débil. La verdadera grandeza de un hombre se mide por la fuerza de los sentimientos que domina, no por los sentimientos que lo dominan.

Sansón recién pudo ver esto luego de tener sus ojos cegados. Solo pudo encontrar la verdadera fuerza cuando se debilitó. Comprendió que solamente en su debilidad el poder de Dios puede perfeccionar su carácter (2 Corintios 16:9). Tras comprender esto, Sansón murió como un héroe de la fe.

Satanás emplea sus mayores recursos para desviar precisamente a quienes Dios se propone utilizar como instrumentos suyos para una obra especial. Ataca nuestros puntos débiles buscando por medio de nuestras defectos ganar el dominio sobre el hombre entero, y sabe que si estas defectos son acariciadas tendrá éxito en su objetivo. Si luchas contra tus faltas, pero siempre sucumbes a la tentación, debes saber que nadie tiene que ser vencido. No estás solo para vencer el poder del mal con tus débiles esfuerzos. La ayuda de Dios está a tu disposición, y se te dará siempre que, de corazón, lo desees. Los ángeles de Dios, que ascienden y descienden, te darán las fuerzas para vencer el pecado y la tentación siempre que lo desees.

Autor: Denis Versiani es magíster en Teología.

La publicación original de este artículo se encuentra en la página web:  https://biblia.com.br/perguntas-biblicas/a-forca-de-sansao-estava-em-seu-cabelo/

Si deseas saber más de la Biblia, solicita gratis el siguiente curso: