Homosexualidad y Romanos 1:26-27* (Parte 1)
Sexualidad
diciembre 9, 2024
Sugerir que Pablo solo se refería a la explotación homosexual o a la pederastia, pero no a las relaciones monógamas del mismo género debido a que supuestamente no eran conocidas en este tiempo, no puede ser probado.
Ekkehardt Mueller
Mientras que muchos cristianos sostienen que Romanos 1:26-27 describe a la homosexualidad y la rechaza en todas sus formas, considerándola como un pecado, otros reconocen que, si bien el pasaje está tratando acerca de la homosexualidad; sin embargo, el problema real en sí es la idolatría y la pederastia, y que Pablo no podría haber tenido en cuenta la orientación sexual tal como la conocemos hoy en día. Además, se argumenta que la referencia a la “naturaleza” debería ser entendida de la siguiente manera:
“Al describir a la homosexualidad como “contra la naturaleza” (Ro 1:26), Pablo no condena la orientación homosexual o alguna relación mutua y comprometida. En realidad, él condena la perversión de lo que viene naturalmente. Es “contra la naturaleza” que los homosexuales practiquen la heterosexualidad o que los heterosexuales practiquen la homosexualidad. Pablo no condena a las
personas por haber nacido homosexuales, ni condena la orientación homosexual”.[1]
Por lo tanto, la discusión en sí no es si Pablo habló sobre la homosexualidad o no en Romanos 1:26-27, o si es que la considera un pecado, ya esto puede darse por sentado. La discusión, en realidad, es si la homosexualidad en Romanos 1 incluye todas las formas o tipos de homosexualidad y si esta tiene un alcance universal.
El contexto histórico
Los primeros cristianos no solo conocían lo que ha sido llamado como “homosexuales contingentes” (personas que no son verdaderamente homosexuales, como adolescentes y adultos que se aburren con su heterosexualidad y se involucran con miembros del mismo sexo) y muy probablemente también a los “homosexuales situacionales” (personas cuya falta de encuentros heterosexuales resulta en actos homosexuales), sino que, además, tenían alguna idea del concepto de “homosexualidad constitucional” (la homosexualidad que se dice que es permanente y puede ser
parte de la constitución o leyes de las personas). Al menos la noción de que una persona se sienta atraída por el mismo sexo debido a su constitución, es encontrada en el mito andrógino de Platón:
“En este mito, Platón explica que el hombre primitivo era dual. Tenía cuatro manos, cuatro pies, dos caras y dos partes privadas; es decir, como dos personas espalda a espalda, con las caras en direcciones opuestas. Algunas de estas criaturas primitivas duales tenían ambas partes masculinas, otros eran femeninas en ambas partes y otras (un tercer sexo) masculino y femenino al mismo tiempo. Estas criaturas primitivas eran tan fuertes que se volvieron insolentes, atacando a los dioses. Debido a su continua insolencia, Zeus dividió a estas criaturas duales de cuatro piernas en dos criaturas de dos piernas. Un varón dual se convirtió en dos varones, una mujer dual se convirtió en dos mujeres y un hombre/mujer (andrógino) se convirtió en un varón y una mujer. Basándose en esto, él explica los diferentes deseos sexuales que se manifiestan en la sociedad, ya que o bien cada criatura busca su propio tipo opuesto, o del mismo sexo de acuerdo a su orientación original. Cuando las partes duales se encuentran, se enamoran. Mediante la creación de este mito, Platón intenta explicar la atracción que algunos hombres y mujeres sienten por personas del mismo sexo”.[2]
Es muy difícil creer que Pablo, quien era un hombre culto, educado y que incluso citó a varios autores griegos (Hch 17:28; Tit 1:12), no hubiese conocido el mito de Platón y el concepto de la homosexualidad innata. Por lo tanto, sugerir que Pablo solo se refería a la explotación homosexual o a la pederastia, pero no a las relaciones monógamas del mismo género debido a que supuestamente no eran conocidas en este tiempo, no puede ser probado. Thiselton declara: “Pablo fue testigo tanto de relaciones abusivas de poder o dinero, como de ejemplos de ‘amor genuino’ entre hombres. No debemos malinterpretar el conocimiento ‘mundano’ de Pablo”.[3]
*El presente artículo fue publicado por primera vez como “Homosexuality in Rom 1:26-27”, Reflections—The BRI Newsletter 20 (Oct., 2007), 5-7. Traducido por Joel Iparraguirre.
Autor: Ekkehardt Mueller, Th. D., fue director asociado del Biblical Research Institute (Silver Spring, Maryland, Estados Unidos).
Referencias
[1] James B. De Young, Homosexuality: Contemporary Claims Examined 16 in the Light of the Bible and Other Ancient Literature and Law (Grand Rapids: Kregel Publications, 2000), 10.
[2] Ronald M. Springett, Homosexuality in History and the Scriptures (Silver Spring: Biblical Research Institute of the General Conference, 1988), 97-98.
[3] Anthony C. Thiselton, The First Epistle to the Corinthians, The New International Greek Testament Commentary (Grand Rapids: Eerdmans, 2000), 452.
Fuente: https://www.adventistbiblicalresearch.org/wp-content/uploads/homosexualidad-en-romanos-1-26-27.pdf
La publicación original de este artículo se encuentra en la página web:
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