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¿Participantes de la naturaleza divina? 2 Pedro 1:4

Naturaleza humana

septiembre 4, 2024

¿Qué es lo que significa que podemos llegar «a ser participantes de la naturaleza divina»?

Ángel Manuel Rodríguez

Esta frase se encuentra solo en 2 Pedro 1:4. Probablemente, la mejor aproximación, al responder su pregunta, es examinar el pasaje y explorar su significado teológico. El texto dice: «Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia» (2 Ped. 1:3, 4). Dividámoslo en secciones.

1. «Nos han sido dadas por su divino poder…». Satisfacer nuestras más profundas necesidades no es el resultado de nuestro poder, sino del poder divino «dado/concedido a nosotros». La palabra traducida «divino» (del griego theíos) es el mismo término utilizado en la frase «naturaleza divina». La necesidad humana es definida como «la vida y la piedad». El término «vida» parece referirse a la vida eterna, que los seres humanos perdieron por causa del pecado. «Piedad» enfatiza la semejanza con Dios en la experiencia diaria de los creyentes, al vivir una vida santa. Cristo ha provisto para nuestra relación futura con él, a lo largo de la vida eterna, y para nuestro presente caminar con él a través de una vida santificada (ver 2 Ped. 3:11).

2. «mediante el conocimiento de aquel…». El don nos alcanza por medio de nuestro conocimiento de Cristo. Esta no es simplemente una información, sino un profundo compromiso personal, un conocimiento experimental acerca del poder salvador de Cristo. Aquí, nuevamente, es Cristo quien toma la iniciativa, al llamarnos a esa relación. Nos llama por medio de la revelación de «su gloria y excelencia». El texto presupone el papel del Espíritu Santo como el revelador de la gloria, o majestad, de Cristo (su deidad) y de su excelencia (la excelencia de su vida).

3. «por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas…». La gloria y la excelencia de Cristo son los medios por los que recibimos las promesas de Dios. Estas «preciosas y grandísimas» promesas son inestimables, porque están basadas en el sacrificio inapreciable de Cristo (1 Ped. 1:18, 19). Incluyen no solo todas las cosas que «pertenecen a la vida y a la piedad», sino también lo que sigue.

4. «para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina…». Cuando nos apropiamos por fe de esas promesas, inmediatamente llegamos a ser participantes de la naturaleza divina. Son acompañadas por el privilegio de participar de la naturaleza divina. Obviamente, Pedro no está diciendo que llegamos a ser dioses, sino que participamos de lo que no es nuestro por naturaleza o por derecho. Describe un honor que nos es dado merced a la obra salvadora de Cristo: la prerrogativa de estar en unión con Dios y participar de su «poder divino» (vers. 3). Llegar a ser participantes de la naturaleza divina significa ser capacitados, gracias al poder de Dios, para llegar a ser como Dios, espiritualmente y moralmente, en nuestra experiencia diaria.

5. «habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo…». Nuestra participación de la naturaleza divina posibilita que vivamos píamente, escapando de la corrupción que hay en el mundo causada por la concupiscencia. La construcción gramatical sugiere que la participación de la naturaleza divina sigue a nuestro escape de la corrupción que hay en el mundo: «Habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo causada por la concupiscencia, hemos llegado a ser participantes de la naturaleza divina». En ese caso, nuestro escape de la corrupción toma lugar en el momento de la conversión. Y ahora, por causa de nuestra participación en la naturaleza divina, somos preservados, en un mundo de pecado, de esa influencia corruptora.

6. Conclusión: Este pasaje enfatiza varias ideas. Primero, Pedro indica que la salvación es el resultado de la obra de Dios, de comienzo a fin. Es un don divino, que nos es concedido por medio de Cristo.

Segundo, la salvación es nuestra solo por la unión con Dios por medio de Cristo, que es no solo humano sino también divino. Cuando somos conectados con Cristo y somos partícipes de su naturaleza divina, estamos «en Cristo» (1 Ped. 3:16; 2 Ped. 1:5-9).

Tercero, esta experiencia presupone que la naturaleza humana está debilitada espiritualmente y en constante necesidad del poder divino. En la resolución del predicamento humano, Dios nos garantiza el privilegio de una unión verdadera con él en Cristo.

Autor: Ángel Manuel Rodríguez, Th. D., fue director del Biblical Research Institute (Silver Spring, Maryland, Estados Unidos).

La publicación original de este artículo se encuentra en la página web:https://www.adventistbiblicalresearch.org/es/materials/2-pedro-14/

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