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¿Qué dice la Biblia sobre la depresión?

Depresión

junio 4, 2025

El desánimo puede hacer tambalear la fe más heroica y debilitar la voluntad más firme. Pero Dios comprende y, sin embargo, se compadece y ama. Hay esperanza para los que luchan contra la depresión.

Débora Texeira

La Biblia habla de las emociones humanas y, aunque no utiliza la palabra depresión, trae versos que describen la tristeza, una tristeza profunda o mortal:

“La muerte me envolvió con sus lazos; y torrentes de maldad se lanzaron poderosos contra mí” (Salmos 18:4, NBV).

“Estoy cansado y lloro de tristeza; fortaléceme tal como lo prometiste” (Salmos 119:28, PDT).

“¡No hay consuelo para mi tristeza; tengo el corazón lleno de dolor!” (Jeremías 8:18, NBV)).

“El corazón alegre hará bien como una medicina; mas el espíritu triste seca los huesos” (Proverbios 17:22, JBS).

“Ten misericordia de mí, Señor, porque estoy muy angustiado. Mis ojos se consumen de tristeza, lo mismo que mi alma y todo mi ser” (Salmos 31:9, RVC).

“Después Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní y les dijo: Siéntense aquí mientras voy allí a orar. Luego tomó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo con él y comenzó a sentirse triste y angustiado. Después les dijo: ¡Mi tristeza es tan grande que me siento morir! Quédense aquí, manténganse despiertos conmigo. Caminó un poco, se postró rostro en tierra y oró así: «Padre mío, si es posible, no me dejes tomar esta copa. Sin embargo, no hagas lo que yo quiero, sino lo que quieres tú»” (Mateo 26:39, PDT).

“Todos lo despreciaban y rechazaban. Fue un hombre que sufrió el dolor y experimentó mucho sufrimiento” (Isaías 53:3, TLA).

Algunas traducciones vierten “varón de dolores y sufrimiento, que conoce bien la tristeza”.

En la Biblia no hay un solo texto que afirme que la depresión sea pecado o falta de fe, por lo que quien haga cualquier afirmación en ese sentido no tiene ninguna base bíblica.

Podemos encontrar relatos de algunas personas que atravesaron momentos en los que deseaban la muerte. Quizás un punto en común entre ellos es la tensión, el resentimiento,las expectativas frustradas, la tristeza o el estrés que conlleva, todo ello siempre relacionado con otras personas. Elías puede considerarse el ejemplo clásico de alguien que ha pasado por la “cueva de la depresión”.

Puedes leer esa historia en 1 Reyes 19.

El texto describe a Elías en un momento depresivo, huyendo con miedo de una mujer y deseando la muerte:

«Elías se asustó y huyó para ponerse a salvo. Cuando llegó a Berseba de Judá, dejó allí a su criado y caminó todo un día por el desierto. Llegó adonde había un arbusto, y se sentó a su sombra con ganas de morirse. «¡Estoy harto, Señor! —protestó—. Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados». Luego se acostó debajo del arbusto y se quedó dormido. De repente, un ángel lo tocó y le dijo: “Levántate y come”» (1 Reye19:3-5, NVI).

El capítulo anterior (1 Reyes 18) narra que Elías se enfrentó a cuatrocientos cincuenta profetas de Baal. Ahora, teme a una sola mujer: un contraste entre el valor y el miedo. La contradicción es que Elías huye porque ha sido amenazado de muerte, pero en esa huida llega a ver la muerte como la solución a su miedo.

Veamos la dinámica de la depresión frente a la restauración:

Huir al desierto > sentarse > orar pidiendo la muerte > acostarse > dormir

Levantarse > comer > caminar > descansar > ir a la presencia de Dios > conversar con él > hacer cambios

Así ocurrió con Elías: dejó a su siervo, se adentró en el desierto y un día se sentó bajo un árbol y oró pidiendo la muerte. Luego se acostó y durmió.

De ahí, el ángel del Señor se acercó, lo tocó y le dijo: “¡Levántate y come!”. Había pan horneado sobre brasas y también agua. Comió, bebió y se acostó de nuevo.

«El ángel del Señor regresó y, tocándolo, le dijo: “Levántate y come, porque te espera un largo viaje”. Elías se levantó, y comió y bebió. Una vez fortalecido por aquella comida, viajó cuarenta días y cuarenta noches1 hasta que llegó a Horeb2, el monte de Dios. Allí pasó la noche en una cueva» (1 Reyes 19:7-9).

Más tarde, vino a él la Palabra del Señor:

«¿Qué haces aquí, Elías? —le preguntó. 

»—Me consume mi amor por ti, Señor Dios Todopoderoso —respondió él—. Los israelitas han rechazado tu pacto, han derribado tus altares, y a tus profetas los han matado a filo de espada. Yo soy el único que ha quedado con vida, ¡y ahora quieren matarme a mí también!

»Él Señor le ordenó: —Sal y preséntate ante mí en la montaña, porque estoy a punto de pasar por allí.

»Como heraldo del Señor vino un viento recio, tan violento que partió las montañas e hizo añicos las rocas; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto, pero el Señor tampoco estaba en el terremoto. Tras el terremoto vino un fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo. Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto y, saliendo, se puso a la entrada de la cueva.

»Entonces oyó una voz que le dijo: —¿Qué haces aquí, Elías?» (1 Reyes 19:9-13).

Nota la sensibilidad divina al revelarse Dios de una manera que calma al profeta: hay cuidado y amor al atender sus necesidades básicas. Hay una brisa suave y una pregunta. No hay exigencias ni reproches. Este es el consejo cuando se trata de alguien en una situación similar.

En respuesta, Elías repite lo que antes había dicho, y el Señor le dice: “Regresa por el mismo camino y ve al desierto de Damasco”. En otras palabras, es importante revisar algunas realidades y cambiar el enfoque. Tal vez sea necesario algún cambio. Dios le señala a Elías una nueva dirección, y como resultado se le encomienda una nueva misión que le garantiza la protección contra todo lo que temía.

La pregunta de Dios le recuerda a Elías las victorias que había obtenido en el pasado gracias al poder divino, y esto incluye el cuidado y el amor de Dios por él cuando fue enviado a Sarepta para refugiarse en la casa de la viuda, cuando fue alimentado por los cuervos y cuando se enfrentó y derrotó a los cuatrocientos profetas de Baal en el Monte Carmelo.

Hoy, el Dios Eterno tiene la misma pregunta para toda persona que atraviesa una fase depresiva: “¿Qué haces con tu vida? ¿Quién te dio esta misión?”.

La historia de Elías nos dice que en los momentos de tristeza y depresión hay que volver a otorgar significado la vida y las relaciones. Es importante saber y recordar que hay Alguien cerca que se preocupa, Alguien que te valora y te ama incondicionalmente. También conviene recordar que la fase depresiva no define a la persona. Ser es diferente de estar, y la depresión es un estado.

Además, la lectura de la Biblia es una forma importante de recordar el propósito de la existencia de cada persona en este mundo:

“Dios mío, tú me conoces muy bien; ¡sabes todo acerca de mí! Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; ¡aunque esté lejos de ti, me lees los pensamientos! Sabes lo que hago y lo que no hago; ¡no hay nada que no sepas! Todavía no he dicho nada, y tú ya sabes qué diré. Me tienes rodeado por completo; ¡estoy bajo tu control!… Dios mío, tú fuiste quien me formó en el vientre de mi madre. Tú fuiste quien formó cada parte de mi cuerpo. Soy una creación maravillosa, y por eso te doy gracias. Todo lo que haces es maravilloso, ¡de eso estoy bien seguro!” (Salmos 139:1-5, 13-14, TLV).

“Tú viste cuando mi cuerpo fue cobrando forma en las profundidades de la tierra; ¡aún no había vivido un solo día, cuando tú ya habías decidido cuánto tiempo viviría! ¡Lo habías anotado en tu libro! Qué preciosos son tus pensamientos acerca de mí, oh Dios. ¡No se pueden enumerar!” (Salmos 139: 16 [TLV], 17 [NTV]).

Los salmistas también escribieron sobre cómo llevaban sus penas a Dios:

“Mi alma se gloría en el Señor; lo oirán los humildes y se alegrarán” (Salmos 34:2, NVI).

“Porque clamé a él y él me respondió. Me libró de todos mis temores” (Salmos 34:4, NBV).

“¡Prueben ustedes mismos la bondad del Señor! ¡Dichoso aquél que en él confía!” (Salmos 34:8, RVC).

“El Señor no aparta sus ojos de los justos; sus oídos están siempre atentos a su clamor” (Salmos 34:15, RVC).

“El Señor oye a los suyos cuando claman a él por ayuda; los rescata de todas sus dificultades” (Salmos 34:17, NTV).

“El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado” (Salmos 34:18).

“El justo pasa por muchas aflicciones, pero el Señor lo libra de todas ellas” (Salmos 34:19, RVC).

Otro consejo de la Biblia es ¡esperar en el Señor y no desesperar!:

“¿Acaso no sabes, ni nunca oíste decir, que el Señor es el Dios eterno y que él creó los confines de la tierra? El Señor no desfallece, ni se fatiga con cansancio; ¡no hay quien alcance a comprender su entendimiento! El Señor da fuerzas al cansado, y aumenta el vigor del que desfallece. Los jóvenes se fatigan y se cansan; los más fuertes flaquean y caen; pero los que confían en el Señor recobran las fuerzas y levantan el vuelo, como las águilas; corren, y no se cansan; caminan, y no se fatigan” (Isaías 40:28-31, RVC).

Con Dios, la espera es sinónimo de fuerza, de resistencia, de altos vuelos, de recorridos y caminatas incansables.

«Así dice el Señor, el que abrió un camino en el mar, una senda a través de las aguas impetuosas; 

el que hizo salir carros de combate y caballos, ejército y guerrero al mismo tiempo, los cuales quedaron tendidos para nunca más levantarse, extinguidos como mecha que se apaga: “Olviden las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado. ¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados”» (Isaías 43:16-19, NVI).

¡Dios tiene una misión y un propósito para tu vida! Cuídate y refúgiate en la presencia del Señor. Él se revelará a ti y te dará a conocer su voluntad. La paz que ofrece Jesús puede ser una realidad en tu vida:

“La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo” (Juan 14:27, RVC).

Ningún ser humano está libre del desánimo, pero el cielo no nos fallará en esos momentos. ¡Confía!

“El abatimiento puede hacer vacilar la fe más heroica y debilitar la voluntad más firme. Pero Dios comprende, y sigue manifestando compasión y amor. Lee los motivos y los propósitos del corazón. Aguardar con paciencia, confiar cuando todo parece sombrío, es la lección que necesitan aprender los dirigentes de la obra de Dios. El Cielo no los desamparará en el día de su adversidad. No hay nada que parezca más impotente que el alma que siente su insignificancia y confía plenamente en Dios, y en realidad no hay nada que sea más invencible”.3

“Cuando los hombres van a su trabajo, o están orando; cuando se acuestan por la noche o se levantan por la mañana; cuando el rico se sacia en el palacio, o cuando el pobre reúne a sus hijos alrededor de su escasa mesa, el Padre celestial vigila tiernamente a todos. No se derraman lágrimas sin que El lo note. No hay sonrisa que para El pase inadvertida”.4

Dos de las más bellas promesas para quienes atraviesan el valle de la depresión fueron escritas por Zacarías, y una de ellas incluye una invitación del Señor:

“Yo fortaleceré a mi pueblo, y en mi nombre avanzarán sin miedo. Yo soy el Dios de Israel, y les juro que así será” (Ezequiel 9:12, TLA).

“Pasarán a salvo por el mar de la angustia porque yo aquietaré sus olas” (Zacarías 9:11, NBV).

Autor: Débora Texeira

Referencias

1 Moisés pasó 40 días y 40 noches con Dios en el monte Sinaí (Éxodo 24:18).

2 Horeb es otro nombre para el Monte Sinaí y la región que lo rodea (Éxodo 3:1). Es donde Dios se le apareció a Moisés en una llama de fuego que salía de en medio de una zarza (Éxodo 3:2-6). Elías estaba agotado y descansó en una cueva de esta montaña. Del mismo modo, Moisés se refugió en la hendidura de una roca cuando el Señor pasó delante él (Éxodo 33:13-23). [Comentario bíblico de Andrews, p. 466].

3 Elena G. White, Profetas y reyes, p. 129.

4 Elena G. White, El camino a Cristo, p. 86.

La publicación original de este artículo se encuentra en la página web: https://biblia.com.br/perguntas-biblicas/o-que-a-biblia-diz-sobre-depressao/

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