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Romanos y la justificación por la fe

Justificación

mayo 17, 2023

La justificación es lo mismo que el perdón. La justificación es por la gracia. La gracia es la fuente de la salvación, es un favor que el hombre no merece. La gracia de Dios nos llega gratuitamente, no nos cuesta nada.

Se puede decir que, en el sentido bíblico, la justificación es tanto un acto judicial como un proceso por el cual el pecador recibe el perdón de sus pecados por medio de un acto exclusivo de Dios. Lo único que tiene que hacer el pecador es aceptar y entregar su voluntad al control de Dios. Hay cuatro textos básicos en Romanos que ayudan a entender cómo se produce la justificación del pecador ante Dios:

Romanos 3:24: La justificación es por la gracia. La gracia es la fuente de la salvación, es un favor que el hombre no merece. La gracia de Dios nos llega gratuitamente, no nos cuesta nada.

Romanos 5:9: La justificación es por la sangre. La sangre es el medio de salvación. A través de ella nos volvemos inocentes. Nuestro pecado está perdonado. La sangre de Jesús “nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7).

Romanos 5:2: La justificación es por la fe. La fe es el método de salvación. La fe se adquiere estudiando la Palabra de Dios.

Romanos 2:13: La justificación es por las obras. Las obras son la evidencia de la salvación. Las obras demuestran que la persona ha aceptado el plan divino de salvación (compárese con Santiago 2:14-24).

Si falta uno solo de los anteriores, el proceso de justificación está incompleto. Sin embargo, Dios ha provisto todo para que el pecador pueda alcanzar la justificación completa, ser encontrado irreprochable y heredero de la salvación y la vida eterna (compárese Efesios 2:8-10; Filipenses 2:13; 4:13).

Lo contrario de la justificación es la condena. De ahí la necesidad de que el pecador encaje completamente en el proceso descrito anteriormente. Otro punto a considerar es que la justificación es por la fe, pero el juicio o sentencia del ser humano se hace en base a las obras (Eclesiastés 12:13, 14; Mateo 12:37; 2 Corintios 5:10:1 Pedro 1:17; Apocalipsis 20:12, 13). Cada uno de nosotros debe aceptar ferviente e individualmente el plan divino de la justificación y someter su propia voluntad a la voluntad divina. Nuestra oración diaria debería ser:

“Crea en mí un corazón puro, oh Dios, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Salmos 51:10).

“¡Dios mío, ten compasión de mí, que soy pecador!” (Lucas 18:13, NBV).

“Oh Dios, dame sabiduría para entender tu Palabra” (compárese Santiago 1:5).

“Oh Dios, lléname de tu Espíritu Santo y ayúdame a obedecer tu santa ley” (compárese Hechos 5:32; Salmos 40:8).

Autor: Escuela Bíblica

La publicación original de este artículo se encuentra en la página web:  https://biblia.com.br/perguntas-biblicas/2582/

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