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Infidelidad en el matrimonio: el papel del perdón

Perdón

agosto 15, 2025

Uno de los dolores emocionales más devastadores es el de haber sido traicionado por el cónyuge.

César Vasconcellos

Uno de los dolores emocionales más devastadores es el de haber sido traicionado por el cónyuge. Esto se debe a que cuando uno se casa por amor, el vínculo afectivo que se forma durante el noviazgo, el compromiso y el matrimonio es muy fuerte, y el nivel de confianza que se deposita en el cónyuge se convierte en uno de los más profundos de las relaciones humanas. Cuando se produce una infidelidad, se destruyen muchas cosas, y es necesario perdonar en algún momento. Vamos a reflexionar en esto.

Cualquier persona, religiosa o no, está sujeta a las pasiones afectivas. Cuando es religiosa, el compromiso de fidelidad se asume no solo con el cónyuge, sino también con Dios. Cuando se produce el adulterio, además de la ruptura de la fidelidad con la pareja, también se rompe la relación con Dios. Claudia Bruscagin, psicoterapeuta familiar, doctora en Psicología Clínica por la PUC-SP y profesora del Curso de Especialización en Terapia Familiar y de Pareja del Núcleo Familiar y Comunitario de la PUC-SP, en el libro Religiosidad y Psicoterapia

 (Editora Roca, pp. 59-60, 2008), dice lo siguiente:

“En el contexto religioso, la infidelidad parece denunciar una falta de compromiso no solo con el matrimonio, sino también con Dios y con la religión y sus preceptos. Para la pareja religiosa, la reconstrucción de la relación después de una infidelidad exige que se revise no solo la dinámica de la relación, sino también la interacción de cada miembro de la pareja con Dios, ya que el perdón de Dios es tan importante como el perdón del cónyuge traicionado”.

Cada uno de los cónyuges tiene un papel en el perdón cuando se produce una infidelidad. La del traicionado es ofrecer el perdón, la del traidor es buscarlo. Claudia comenta: “Ambos deben evaluar su relación y restaurar la relación cambiando lo que hicieron mal y sobre todo perdonando de verdad.” Pero ¿qué es el verdadero perdón? ¿Depende de los sentimientos? ¿Depende del olvido del hecho?

Es muy importante entender que el perdón cura a la persona que perdona. Vivir en el resentimiento es vivir con el dolor arraigado a uno. La palabra resentimiento proviene de resentir, es decir, ‘volver a sentir’. El perdón interrumpe el sentimiento de dolor continuo. Cuando se perdona, el dolor desaparece y uno se siente mejor, aunque es posible que el perdón no pueda producir la restauración de la relación ─interrumpida por la ruptura de la fidelidad y la confianza en la vida de la pareja─.

Claudia cita a M. Pereyra, doctora en Psicología (Argentina), autora de un libro sobre el perdón: “La única manera de curar el dolor que no se cura solo es perdonar a la persona que te ha hecho daño. El perdón cura la memoria al trabajar en el cambio de pensamientos. El que vive dando vueltas en su dolor puede ser más prisionero que el agresor; pero, al perdonar, se libera de la prisión” (p. 60).

Siguiendo con la cita de Pereyra: “… perdonar no es pasar por alto los propios sentimientos, o simplemente ‘poner la otra mejilla’. Es un proceso largo y doloroso, porque es un acto voluntario de renunciar al derecho legítimo de estar resentido, de juzgar negativamente al ofensor o agresor, y mostrar una actitud de compasión y generosidad hacia él, a pesar de no merecerlo. El perdón no es la negación de los sentimientos de dolor, ira y resentimiento. Es reconocer los sentimientos y luego elegir no actuar sobre la base de ellos. También significa que los malos sentimientos pueden volver a aparecer y es posible que tengas que perdonar más de una vez” (pp.60-61).

Se dice que quien perdona, olvida. En verdad, quienes perdonan genuinamente, primero recuerdan, analizan, desahogan su dolor y luego trabajan para olvidar mediante una decisión consciente de hacerlo.

Perdonar no es excusar el error de la persona. Claudia explica que “la disculpa se produce cuando se entiende que no se culpará a la persona por lo que ha hecho”. No se excusa en el sentido de quitar la culpa, porque es real. Buscas perdonar porque eliges hacerlo sin importar el sentimiento, porque “el perdón no es un sentimiento, es una elección” (p. 61). Una elección de no cultivar el dolor contra la persona que te hirió.

Hay diferentes ritmos y etapas para que cada persona experimente el proceso de perdonar. Si alguien te da un puñetazo en la cara, se producirá una marca visible en tu piel. Puede sangrar, ponerse morado, hincharse, etc., y la curación de este golpe puede llevar tiempo, hayas perdonado o no al agresor. Algo similar ocurre en el proceso de curación del dolor del “golpe” de la traición. Claudia habla de las etapas para lograr el perdón: dolor, resentimiento, curación y reconciliación. El primer paso es reconocer los sentimientos y asumirlos. Afirma que en la etapa de reconciliación en casos de infidelidad (u otros) es importante que el cónyuge infiel, si quiere buscar la reconciliación, debe (1) aceptar su responsabilidad por lo sucedido; (2) expresar su sincero arrepentimiento y pesar; (3) ofrecer de alguna manera una compensación conveniente; (4) prometer no repetir la conducta, y (5) pedir perdón (p. 61).

Y concluye: “En la reconciliación, cuando es posible, la persona ofendida invita a la persona que le ha hecho daño a volver a su vida. Si el otro viene con honestidad, el amor puede funcionar y juntos pueden desarrollar una nueva relación. Esta etapa depende tanto de la persona que es perdonada como de la que perdona; a veces la persona no vuelve y uno debe sanar por sí mismo” (p.61)

“Él sana a los de corazón quebrantado y les venda las heridas” (Salmo 147:3, NTV)

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Autor: César Vasconcellos

La publicación original de este artículo se encuentra en la página web: https://biblia.com.br/perguntas-biblicas/infidelidade-no-casamento-o-papel-do-perdao/

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