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Advertencias contra las prácticas ilícitas dentro del matrimonio

Matrimonio

junio 20, 2025

Honren el matrimonio, y los casados manténganse fieles el uno al otro. Con toda seguridad, Dios juzgará a los que cometen inmoralidades sexuales y a los que cometen adulterio.

Hebreos 13:4 (NTV)

Wilson Borba

Para interpretar correctamente un texto bíblico, el estudiante debe aceptar toda la Biblia como la Palabra inspirada de Dios, orar para recibir la iluminación divina y manifestar una sincera voluntad de obedecerla (2 Timoteo 3:15-17; Efesios 6:17, 18; Juan 7:17). Se requiere un examen cuidadoso del contexto inmediato de la parte que se estudia dentro del capítulo y de su relación con el resto del libro y con toda la Escritura. Por cierto, ¿qué significan las palabras del apóstol Pablo en 1 Corintios 7:3, 4?

“El hombre debe satisfacer los derechos conyugales de su esposa; y lo mismo la esposa respecto de su esposo. La mujer no tiene derecho sobre su cuerpo, porque este le pertenece a su esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su cuerpo; pues le pertenece a su esposa”.

El ambiente de la ciudad portuaria griega de Corinto era famoso por su prostitución. “Floreció en ella [en Corinto] el flagelo del libertinaje, hasta el punto que el mismo nombre de la ciudad se convirtió en un sinónimo de sensualidad. El verbo “corintianizar” significaba libertinaje desenfrenado”1. La prostitución formaba parte de la propia religión pagana de los habitantes de Corinto. “La deidad principal era Afrodita, la diosa del amor en su forma más inmoral y de la pasión desenfrenada… Mil bellas jóvenes actuaban como prostitutas públicas ante el altar de la diosa del amor. Eran sostenidas mayormente por extranjeros, y la ciudad, como producto de su inmoralidad, obtenía un ingreso seguro”2. Con un ambiente religioso tan depravado, las conversiones que se produjeron en esa ciudad demostraban el gran poder del Evangelio (Hechos 18:9-11; 1 Corintios 6:9-11).

Ante tal contexto, y la impureza manifestada en el seno de la iglesia, el apóstol Pablo dedicó los capítulos 5, 6 y 7 de su primera carta como reprensión y prevención contra la inmoralidad. Pablo utiliza varias veces la palabra griega porneía para condenar toda inmoralidad, como la de alguien que descaradamente “tiene como mujer a la esposa de su propio padre” (1 Corintios 5:1, PDT). En este texto, la versión Reina Valera Revisada 1960 (RVR1960) tradujo porneía como “fornicación”. A continuación, en la Reina Valera Actualizada 2015 (RVA-2015) en el mismo capítulo 5, porneía fue traducida como inmoralidad sexual (1 Corintios 5:10, 11). En el capítulo seis de la misma carta, porneia aparece cuatro veces, y se traduce también como inmoralidad sexual (otras versiones traducen “pecado sexual” [NTV], “lujuria” [BLP], “relaciones sexuales prohibidas” [TLA], “prostitución” [DHH]). 

(1) “¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se engañen: que ni los inmorales sexuales ni los idólatras ni los adúlteros ni los afeminados ni los homosexuales”. En este versículo, la versión DHH tradujo porneia por “prostitución”. (2) “¿Acaso no saben que el que se une con una prostituta se hace un solo cuerpo con ella? La Escritura dice: ‘Los dos serán un solo ser’” (v. 16, RVC). (3 y 4) “Huyan de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que el hombre cometa está fuera del cuerpo, pero el inmoral sexual peca contra su propio cuerpo” (v. 18, RVA-2015).

En este versículo 18, la versión BLP traduce porneia como “lujuria”. Por lo tanto, queda claro que porneia tiene que ver con la prostitución, la inmoralidad sexual, la fornicación, las relaciones sexuales prohibidas y la lujuria. Por otra parte, en la expresión “una sola carne” utilizada por el apóstol en el versículo 16, se hace eco de la institución del matrimonio en Génesis 2:24.

Institución sagrada

En el plan de Dios, el soltero o el casado nunca debe mezclarse ni involucrarse con ningún tipo de porneia. En defensa de la pureza, el apóstol recomendó: “Pero a causa de la inmoralidad sexual (porneía), cada hombre tenga su esposa, y cada mujer tenga su esposo” (1 Corintios 7:2). En otra ocasión, fue igualmente enfático: “marido de una sola mujer” (1 Timoteo 3:2; Efesios 5:29, 31). Jesús ya había apuntado a la creación para confirmar la validez y la perpetuidad del santo matrimonio monógamo y heterosexual enseñado en el Génesis (Mateo 19:4-6).

El plan divino para el soltera o casada nunca incluye la impureza, la inmoralidad sexual, la fornicación, el libertinaje, la lujuria, la prostitución o cualquier otro tipo de porneia. Las Escrituras presentan el matrimonio como una institución divina que protege contra todo tipo de porneia. Aunque el apóstol Pablo prefería que todos fueran como él, que tenía el don de vivir sin casarse y con autocontrol (1 Corintios 7:7, 8), recomendaba lo siguiente: “Pero si no se pueden controlar, es mejor que se casen, pues es mejor casarse que quemarse” (1 Corintios 7:9, PDT). El matrimonio debe ser santo, puro y libre de toda porneía, incluso cuando [la porneía o algún tipo de ella] sea aceptada por la sociedad, como sucedía en la ciudad de Corinto. Por lo tanto, el apóstol ordenó:

“El hombre debe cumplir su deber conyugal con su esposa, e igualmente la mujer con su esposo. La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa” (1 Corintios 7:3, 4, NVI).

El matrimonio es un pacto sagrado con derechos y deberes sagrados. Evidentemente, la expresión paulina “[cumplir su] deber” está regulada por la santa Ley de Dios y las Sagradas Escrituras, que prohíben todo tipo de impureza. “Honren el matrimonio, y los casados manténganse fieles el uno al otro. Con toda seguridad, Dios juzgará a los que cometen inmoralidades sexuales (porneía) y a los que cometen adulterio” (Hebreos 13:4, NTV). En 1 Corintios 10:8, el apóstol Pablo advierte además firmemente a los corintios de no imitar el ejemplo de los israelitas en el desierto, pues, a causa de la “inmoralidad sexual” (porneía), “veintitrés mil cayeron en un día” (RVA-2015).

Como ya se ha mencionado, Pablo reprendió a la iglesia de Corinto por tolerar a un miembro de esa congregación en la práctica de la porneía (1 Corintios 5:11, 12). Sus reprensiones y recomendaciones son igualmente válidas para nosotros. “Se requiere de los cristianos que piensen pensamientos puros y vivan vidas puras, porque se están preparando para vivir en una sociedad

pura por toda la eternidad”3. Por cierto, el mandamiento “No cometerás adulterio” de Éxodo 20:14 es más amplio. “Esta prohibición no solo abarca el adulterio sino también la fornicación e

impureza de toda y cualquier clase, en hechos, palabras y pensamientos”4. De ahí que “Ni el marido ni la mujer deben pensar en ejercer gobierno arbitrario uno sobre otro. No intentéis imponer vuestros deseos uno a otro. No podéis hacer esto y conservar el amor mutuo”5.

Autocontrol, responsabilidades y bendiciones

Existe una relación entre la porneía en el Nuevo Testamento y en el Antiguo Testamento. El significado de porneía en el Nuevo Testamento se aclara por la relación intertextual de Hechos 15:29, que prohíbe las “relaciones sexuales ilícitas” (porneía), y “Levítico 18 enumera

prohibiciones relacionadas con el matrimonio: incesto, bestialidad y homosexualidad”6. Así, porneía se refiere a las relaciones sexuales ilícitas, que en la ley mosaica exigían que el transgresor fuera “cortado” del pueblo de Dios (Levítico 18:29).

Por lo tanto, en 1 Corintios 7:3, 4, el apóstol Pablo está hablando de los derechos y deberes sagrados en el matrimonio, mientras que condena toda porneía. Por cierto, dos veces en esta carta el apóstol Pablo menciona el cuerpo humano como un templo sagrado para la morada del Espíritu Santo (1 Corintios 3:17; 6:19). Alguien podría preguntar: “¿Por qué somos templos del Espíritu Santo, y qué implica esto?”. Pablo responde: “Pues han sido comprados por precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo” (1 Corintios 6:20).

Sabemos que Dios odia el divorcio, y que su plan original no lo incluía (Malaquías 2:16; Mateo 19:8). Sin embargo, el Señor tolera el divorcio por porneía (Mateo 19:9). Según el Manual de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, “Se ha visto generalmente la infidelidad al voto matrimonial como refiriéndose al adulterio y/o la fornicación. Sin embargo, la palabra del Nuevo Testamento que se traduce como fornicación incluye algunas otras irregularidades sexuales (1 Cor. 6:9; 1 Tim. 1:9, 10; Rom. 1:24-27). Por lo tanto, las perversiones sexuales, incluyendo el incesto, el abuso sexual de menores y las prácticas homosexuales, se consideran también como mal uso de las facultades sexuales y son una violación de la intención divina del matrimonio. Como tales, son causa justa de separación o divorcio”7.

El matrimonio en sí mismo no es una prueba de santidad, ya que “puede hallarse en las relaciones matrimoniales una pasión de clase tan baja como fuera de ellas”8. “Ninguna mujer debe ayudar a su esposo en esta obra de destrucción propia. No lo hará si ha sido iluminada al respecto y ama la verdad”9. Por eso, lo mejor es una decisión conjunta entre marido y mujer, con la ayuda de Dios, para dar al otro sólo “lo que le corresponde”, y huir de toda porneía. La inmoralidad destruye el amor y la felicidad, pero Dios es poderoso para guardarnos y librarnos de todo pecado. “Por su gracia [de Dios] podéis llegar a haceros mutuamente felices, según lo prometisteis en ocasión de vuestro matrimonio”10.

Referencias

1 NICHOL, Francis D. ed. Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, 1.ª ed. Tatuí, São Paulo: Casa Publicadora Brasileira, 2014, v. 6, p. 652. En adelante, Comentario Bíblico Adventista.

2 Ibídem.

3 Creencias de los Adventistas del Séptimo Día, 2.ª ed. Buenos Aires: ACES, 2007, p. 338.

4 Comentario Bíblico Adventista, v. 1, p. 618.

5 WHITE, Elena. El hogar cristiano, Ellen G. White Estate, Inc., 2007, p. 103. En adelante, WHITE, El hogar cristiano.

6 ROCK, Calvin B. “Casamento e Família”, em Tratado de teologia adventista do sétimo dia, editado por Raoul Dederen, 1ª ed. Tatuí, São Paulo: Casa Publicadora Brasileira, 2011, p. 817.

7 Manual de iglesia, 19.ª ed. Buenos Aires: ACES, 2015, p. 154.

8 WHITE, El hogar cristiano, p. 109.

9 Ibídem. 

12 Ibídem, p. 97.

Autor: Wilson Borba, Pastor y doctor en Teología

La publicación original de este artículo se encuentra en la página web:  https://biblia.com.br/perguntas-biblicas/advertencias-contra-praticas-ilicitas-no-casamento/

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