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¡Papá, lo prometo!

Familia

diciembre 8, 2025

La Biblia también refuerza la construcción de una relación sana y duradera entre padres e hijos.

Adolfo Suárez

Aunque viví poco tiempo con él, tengo muy buenos recuerdos de mi padre: los paseos en bicicleta, la pesca, el baño en las cascadas, el regalo de Navidad en 1975 ─el perrito León, que llegó por sorpresa─… Fueron solo siete años de convivencia hasta su sentida muerte en 1977.

Crecer sin padre es doloroso, pero conservar los buenos recuerdos es reconfortante.

Como me quedé huérfano muy pronto, tuve poco tiempo para demostrar mi afecto como hijo. Pero hoy, como padre de dos niñas, puedo decir con experiencia: ¡es estupendo recibir cariño de tus hijos! Sí, la mejor recompensa de la paternidad es el trato amable y cariñoso de nuestros niños y niñas.

Por eso, pensando en las relaciones familiares, te propongo, hijo e hija, que hagas algunas promesas a tu padre. Estas son las que yo le haría a Joaquín, si estuviera vivo.

Padre, prometo honrar tu nombre

Está escrito en Éxodo 20:12: “Honra a tu padre…” El mandamiento no dice: “Obedece a tu padre”, sino “honra a tu padre”. ¿Cuál es la diferencia entre obedecer y honrarlo? Obedecer significa ‘aceptar hacer algo’, aceptar ser dirigido sin necesariamente respetar o tener en estima al padre. Un hijo puede obedecer a su padre sin tenerlo en alta estima. Lo obedece por miedo, por presión, por obligación.

En cambio, honrar tiene un significado mucho más amplio: ‘valorar’, ‘estimar’, ‘tener en alta estima’, ‘respetar’. El mandamiento dice: “honrar” ─y no “obedecer”─ porque los niños pueden llegar a obedecer sin honrar, pero nunca pueden honrar sin obedecer.

Honrar a nuestro padre significa querer que esté bien, querer que se sienta bien y actuar para que se sienta mejor. Honrar a nuestro padre significa escuchar sus consejos. Honrar a nuestro padre significa hablar bien de él. Significa buscar formas de mostrarle aprecio, respeto y admiración, ya sea a través de un mensaje de WhatsApp, un correo electrónico, una tarjeta, un regalo, una llamada telefónica, un abrazo, un beso o una declaración de amor.

Hijos e hijas: ¡honren a sus padres!

Papá, prometo respetar tus llamadas de atención

El apóstol Pablo escribió en Efesios 6:4: “Padres, no hagan enojar a sus hijos. Más bien edúquenlos como quiere el Señor, con disciplina y consejos”. En este versículo, Pablo presenta las responsabilidades de los padres hacia sus hijos. Pero, indirectamente, también hace que los niños sean conscientes de lo que deben esperar de sus padres, y les advierte de que no pueden esperar una actitud descuidada e irresponsable de sus padres. En absoluto. Los niños deben esperar la disciplina y la amonestación de sus padres.

Por su carácter más firme, y su voz más potente, el padre representa la justicia, la disciplina y los límites dentro de un hogar. De él se espera el establecimiento de normas, así como su cumplimiento; se espera el discurso de “esto puede y esto no puede”. Y el padre exige todo esto por una razón: la seguridad y la felicidad de sus hijos.

¿Y cómo deben reaccionar los hijos ante las reglas y exigencias coherentes y justas de su padre? ¡Con profundo respeto! ¿Y cómo deben reaccionar los niños ante las llamadas de atención cuando no se cumplen esas normas y exigencias? ¡Con profundo respeto! Después de todo, la obediencia a los límites seguros y la sumisión a los “mandamientos” de un padre temeroso de Dios harán que los hijos y las hijas sean conscientes y buenos ciudadanos.

Hijos e hijas, ¡respeten las llamadas de atención de vuestro padre!

Padre, te prometo ser responsable

El sabio escribió: “Hijos, escuchen las enseñanzas de su padre; presten atención, y adquirirán entendimiento” (Proverbios 4:1). Cuando Salomón dice “escuchar” y “prestar atención”, está hablando de la responsabilidad ante la instrucción de un padre sabio y temeroso de Dios. ¿Y cuál es el resultado de esto? El hijo responsable ganará prudencia; es decir, ganará equilibrio, sabiduría, conocimiento y sensatez. Por lo tanto, cuando los hijos actúan con responsabilidad ante las enseñanzas de su padre, son los mayores beneficiarios.

Hay muchos hijos e hijas que, ante las buenas enseñanzas de su padre, reaccionan con desprecio, burla y rebeldía. Y piensan que así hieren el corazón del hombre que las cuida. Sí, pueden herir su corazón, pero los mayores perdedores son ellos mismos ─los hijos y las hijas─ porque su necedad les priva del tremendo beneficio de una vida vivida responsablemente.

Hijos e hijas, ¡sean responsables con su padre!

Padre, prometo darte alegría

Salomón escribió: “El hijo sabio alegra a su padre” (Proverbios 10:1). Un padre se alegra sin duda cuando sus hijos sacan buenas notas en la escuela, cuando consiguen un buen trabajo, cuando superan sus retos o cuando ganan una medalla en el campeonato escolar. Pero ninguna alegría supera la que siente un padre cuando ve a sus hijos actuar con sabiduría y acierto en las pequeñas y grandes actividades y ocupaciones de la vida. Al fin y al cabo, si el hijo es sabio, lo tendrá todo mejor en la vida, e, incluso ante las circunstancias adversas, será plenamente capaz de superarse.

El hijo sabio es quien

  • respeta a las personas
  • es honrado en los negocios
  • afronta los estudios con responsabilidad
  • crece en madurez
  • es amigo de Dios.

Hijos e hijas, ¡alegren a sus padres viviendo sabiamente!

Padre, prometo dedicarte tiempo

Cuando los hijos y las hijas son pequeños, quieren estar siempre con sus padres. Pero algunos, cuando crecen, se convierten en adultos y se van de casa y se olvidan de ellos. En casos extremos, incluso pierden el contacto con su padre: no llaman, no escriben, no aparecen.

La mejor manera de demostrar a tu padre que es importante para ti es dedicarle tiempo de calidad y, de ser posible, mucho tiempo. El Dr. Armand Nicholi, profesor clínico de psiquiatría de la Facultad de Medicina de Harvard y del Hospital General de Massachusetts, afirma que “el tiempo es como el oxígeno: hay una cantidad mínima necesaria para sobrevivir. Y se necesita tanto cantidad como calidad para desarrollar relaciones afectivas y de cuidado”1.

Por lo tanto, demuestra afecto y cariño. ¿Qué tal si llamas a tu padre ahora y le dedicas un poco de tiempo?

Padre, ¡prometo cuidarte!

Escribiendo al joven Timoteo, el apóstol Pablo dijo: “Aquellos que se niegan a cuidar de sus familiares, especialmente los de su propia casa, han negado la fe verdadera y son peores que los incrédulos” (1 Timoteo 5:8, NTV). 

Los padres, antes fuertes, sanos e independientes, un día se tornan frágiles, enfermos y dependientes. Aquellos que una vez tomaron las manos de sus hijos, algún día necesitarán que sus hijos les tomen las manos. ¿Y qué deben hacer los hijos? ¡Cuidar de ellos! ¡Hacer sacrificios por ellos! Al fin y al cabo, la historia puede repetirse: los hijos que hoy cuidan de su padre serán cuidados por sus propios hijos mañana. Obviamente, el cuidado del padre no debe practicarse por mero interés, sino porque el cuidado de la familia es un deber de todo hijo e hija de Dios.

El mejor regalo que puedes brindar a este hombre en tu vida es hacer o renovar estas seis promesas:

padre, prometo honrarte,

padre, prometo respetar tus llamadas de atención,

padre, prometo ser responsable,

padre, prometo darte muchas alegrías,

padre, prometo dedicarte tiempo,

padre, prometo cuidarte.

Estas promesas de honra, respeto, responsabilidad, alegría, tiempo y cuidado constituyen una clara evidencia de que los hijos y las hijas son sabios, y que están preparados para vivir con su Padre celestial por la eternidad.

Adolfo Suárez es teólogo y educador, máster y doctor en Ciencias de la Religión, con un posdoctorado en Teología. Es autor de varios libros y miembro de la Society of Biblical Literature.

Referencias:
1 Citado en John Maxwell. O sucesso de Amanhã começa Hoje, p. 126.

La publicación original de este artículo se encuentra en la página web:  https://biblia.com.br/perguntas-biblicas/pai-eu-prometo/

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